Terremoto de 1986: la sacudida que transformó San Salvador para siempre  (2024)

Terremoto de 1986: la sacudida que transformó San Salvador para siempre (1)

El terremoto de 1986, conocido como el «terremoto de San Salvador», ocurrió el 10 de octubre a las 11:49 a.m. Tuvo una magnitud de 5.4 en la escala de Richter y hasta IX de intensidad en la escala de Mercalli, con una profundidad de 7.3 kilómetros.

El epicentro se localizó en Los Planes de Renderos y duró 10 segundos. Afectó principalmente a San Salvador, con un saldo de 1,530 personas muertas, 10,000 personas heridas, y más de 60,000 viviendas destruidas o dañadas, lo que dejó sin hogar a 200,000 personas. Esto de acuerdo con el Servicio Nacional de Estudios Territoriales (SNET).

Rosario Callejas de Aquino, de 20 años, vivía en un mesón en Apopa con su esposo y su hijo de 2 años. Aquella mañana, su vecina, que trabajaba en el edificio Rubén Darío, la saludó emocionada porque faltaban 15 días para su boda religiosa: «15 días le faltaban para poderse casar por la iglesia. Iba muy feliz, muy contenta. Era buena hija y trabajadora».

Rosario estaba bañando a su hijo cuando el terremoto comenzó. Horas después, al regresar la energía, supo que su vecina había fallecido en el edificio Rubén Darío. El dolor de su madre al recibir la noticia fue desgarrador. «Pude contemplar y estar a la par de la madre de esta muchacha. Como a las cinco, seis horas le avisaron que una de las fallecidas del Rubén Darío era su hija. Eso fue terrible. Eso fue lamentable para aquella madre que se desgarraba llorando y gimiendo porque su hija había muerto. Aquella que pasó de mañana saludando y diciendo que se sentía muy feliz, ya tenía el vestido de novia preparado. Eso fue tremendo».

Terremoto de 1986: la sacudida que transformó San Salvador para siempre (2)

Rosa García, quien también tenía 20 años, vivía en la comunidad Iberia con su hija de 2 años. Se enteró del desastre por las noticias. El colapso del edificio Rubén Darío, donde muchas personas quedaron atrapadas, la hizo estremecerse. «Lo más impactante para mí fue haber estado sola en esos momentos con mi hija de apenasdos años».

Edificio Rubén Darío: el símbolo del desastre

El edificio Rubén Darío, dañado por el terremoto de 1965 y nunca reparado, colapsó en el sismo de 1986, convirtiéndose en símbolo del desastre. Un total de 3,183 edificaciones resultaron dañadas. La Comisión de Evaluación de Daños y el Comité Permanente emitieron 111 órdenes de demolición.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) calculó que el terremoto de 1986 provocó pérdidas del 23 % del producto interno bruto (PIB) y más del 40 % de la deuda externa. La destrucción de capital productivo superó el 10 % del acervo nacional, y el déficit fiscal proyectado para 1987 aumentó en $333 millones.

El sistema de salud quedó gravemente afectado, con más del 90 % de sus instalaciones dañadas. Viviendas, mercados, oficinas gubernamentales, escuelas y colegios también sufrieron daños o fueron destruidos.

Xochitl Bendeck, de 9 años, vivía en Mejicanos y estudiaba en un colegio de monjas. Recuerda que el terremoto ocurrió justo después de rezar el rosario. Parte de su escuela se derrumbó, pero ella y sus compañeras estaban resguardadas bajo las mesas.

«Estábamos terminando de rezar el rosario en el colegio de monjas donde estudiaba, porque [el 7 de] octubre es el día de la virgen del Rosario. Fue muy impactante porque cuando terminó de temblar, una de las paredes de mi salón había caído justo sobre algunos pupitres, pero nosotras estábamos resguardadas abajo de las mesas y a nadie le pasó nada. Pero al salir, toda una parte del edificio de la terraza se había caído. Había muchas niñas llorando».

Mario Cativo, de 13 años, estudiaba en Santa Tecla. Recuerda cómo el miedo se apoderó de sus compañeros y maestros en su colegio, y cómo un padre con una prótesis en la pierna, que estaba dando instrucciones, corrió por primera vez cuando sintió el temblor.

«Estaba en el colegio Santa Cecilia. Íbamos para mecanografía, teníamos todos los cuadernos listos, y comenzó a temblar. Nuestro salón de clase era el último, [estaba] al final del colegio, con el teatro a la par y sentíamos que nos caíamos todos. Salimos corriendo al patio. Un padre, que tenía una prótesis en la pierna estaba dando indicaciones y volvió a temblar, y el señor, por única vez en la vida, salió corriendo ahí con la prótesis puesta. Súper terrible el susto».

Miriam Chávez, de 11 años, vivía en Ciudad Merliot. Pasó horas sin saber si su padre estaba bien. Se sintió impactada al leer en el periódico que muchos niños de su edad habían muerto en las escuelas.

«Lo que mi memoria de una niña de 11 años recuerda o más le impactó, la incertidumbre de no saber si mi papá estaba bien, porque pasamos horas sin poder comunicarnos. Fue bien duro y traumatizante saber que muchos niños de nuestra edad habían muerto en las escuelas. Leer de eso, al siguiente día, en el diario, fue bien impactante».

La escuela Santa Catalina, ubicada en San Jacinto, colapsó durante el sismo. Bajo los escombros murieron 42 niños, de los cuales 41 eran niñas.

Respuesta internacional y lecciones estructurales

El terremoto de 1986 generó 2,745 réplicas, muchas de ellas sentidas por la población. Esto llevó a revisar las normas de construcción y reforzar infraestructuras. En medio de la guerra civil, la ayuda internacional llegó rápidamente.

Xochitl Bendeck caminó junto a su padre por el centro de San Salvador para buscar a su abuela. Por el miedo a las réplicas, durmieron durante varios días en un campamento improvisado en el patio de su casa.

«El impacto mayor del terremoto del 86, creo que fue posterior. Cuando salimos a la calle, después de un par de horas, me tocó caminar junto con mi papá por el centro de San Salvador, donde había habido un gran desastre. Íbamos a buscar a mi abuela que trabajaba ahí. Luego regresar a la casa con cortes de luz. Esa noche, dormimos adentro de los carros para no estar adentro de las casas, porque teníamos mucho miedo. Así pasamos muchos días: con un campamento en el patio de la casa».

Miriam Chávez también recuerda cómo las personas jóvenes de su colonia se organizaron para ayudar a las personas de las zonas más afectadas, llevando víveres y agua a las zonas más devastadas. Ella, aunque tenía solo 11 años, fue testigo de esta solidaridad.

«Pasamos como dos días durmiendo en la cochera y era como una pijamada. Todos los vecinos estábamos afuera y no tuvimos agua por mucho tiempo. Y algo positivo que me acuerdo es que muchos jóvenes de la colonia se organizaron para ir a ayudarle a la gente necesitada. Y en cuestión de horas había una organización increíble y, obviamente, yo no pude porque tenía 11 años y era una niña, pero me acuerdo [de] que muchos de mis vecinos sí se organizaron para ir a proveer víveres, agua que se iba la gente que lo necesitaba en las áreas donde había más destrucción».

En 1986, la comunidad internacional envió $12.5 millones en ayuda: $4.1 millones en efectivo, $6.6 millones en especie y $1.8 millones en transporte, junto con personal especializado para el rescate. Estados Unidos destinó $325,000 para labores de rescate y ayuda correspondientes a la etapa inmediatamente posterior.

Días después, el Congreso de Estados Unidos asignó $50 millones para proyectos de infraestructura. En 1988, la AID aportó $105 millones, destinados a la reconstrucción de escuelas, mercados, hospitales, centros de salud, servicios públicos e infraestructura básica, vivienda e instalaciones comunales.

El terremoto de 1986 se originó en la corteza superior de la Placa de Cocos, a lo largo de una falla de 30 kilómetros desde el volcán de San Salvador hasta Los Planes de Renderos. Fue más letal que los sismos del 13 de enero y 13 de febrero de 2001.

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Author: Saturnina Altenwerth DVM

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